La Historia de Preet Bharara, el ex Fiscal del Distrito Sur de Nueva York

Para los estadounidenses un personaje implacable contra la corrupción de alto nivel y el narcotráfico. Para los latinoamericanos fue el azote de los sobrinos de la pareja presidencial venezolana. Por eso la decisión de Donald Trump fue una sorpresa: Preet Bharara quedó fuera de la fiscalía del Distrito Sur de Nueva York. ¿Un pase de factura político o el esperado juego del cambio de fichas que impone cada nueva administración? Como sea, el llamado “Sheriff de Wall Street” podría despuntar muy pronto al frente de una gobernación

Por Maibort Petit | @maibortpetit

La noticia empezó a circular desde el viernes en la tarde. Todo apuntaba a que la nueva administración había decidido cambios en el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Los rumores encendieron las redes sociales y ya en la noche se confirmó que el presidente Donald Trump, a través de sus respectivos voceros, había solicitado la renuncia de los 46 fiscales de Distrito de todo el país. En la lista de funcionarios que serían reemplazados estaba el del Preet Bharara, el implacable fiscal que el mismísimo mandatario había ratificado en su cargo el 30 de noviembre de 2016. El mismo del muy sonado caso de los “narcosobrinos” venezolanos.

Sábado 11 de marzo de 2017. “No renuncio” dijo el funcionario y dejó abierta la posibilidad de dirimir el asunto públicamente. No obstante, a las 2:20 de la tarde Bharara fijó posición. En 140 caracteres, el implacable abogado puso fin a la ola de especulaciones que inundaban los medios de comunicación del país: “No he renunciado. Fui despedido. Haber sido el Fiscal del Distrito Sur de Nueva York fue el más grande honor para mi carrera”.

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Relaciones peligrosas

Algunos medios aseguraron que el asistente del presidente Donald Trump llamó a Bharara a su oficina el día jueves para pedirle que se comunicara con la Casa Blanca. No lo hizo.

Cuentan que el día viernes 10 de marzo, en horas de la mañana, Bharara reportó la llamada al Departamento de Justicia, tal como lo establecen los protocolos que rigen el contacto directo del presidente con los fiscales federales. Notificó al asesor de la Procuraduría General, Jeff Sessions, que el presidente había intentado contactarlo.

El miércoles 8 de marzo, Jim Zarroli, un periodista de la National Public Radio (NPR), informó que un grupo de “vigilantes de la ética” supuestamente había enviado una carta a Bharara pidiéndole que investigara los negocios de Trump y averiguara si los mismos violaban la Cláusula de Emolumentos de la Constitución de Estados Unidos.

Luego siguieron las especulaciones de la prensa. Se supo que la procuradora Dana Boente llamó a Bharara el sábado para pedirle la renuncia, pero este supuestamente le respondió que tenía un conflicto ya que el presidente le había pedido que se quedara.

En horas del medio día del sábado 11 de marzo el portavoz del Departamento de Justicia confirmó que Bharara “ya no es el fiscal de los Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York”.

Fuentes de la fiscalía informaron a Vértice que la noticia sobre la destitución de Bharara fue sorpresiva. Se daba como un hecho que permanecería en su cargo, tal cual se había acordado el 30 de noviembre de 2016, cuando Bharara había asistido a un encuentro con el entonces presidente electo. Aquel día el flamante funcionario dijo a la prensa -en el lobby de la Torre Trump- que el presidente le había pedido que se quedara en su despacho haciendo el trabajo que venía haciendo desde su llegada.

Preet Bharara fue el hombre que imputó a los sobrinos del presidente venezolano Nicolás Maduro por cargos de narcotráfico y encabezó una titánica persecución que condujo a que fueran declarados culpables en un juicio celebrado en Nueva York en noviembre de 2016.

Una pregunta surgió una vez conocida las circunstancias de la salida de Bharara: ¿por qué Trump lo destituyó si en noviembre le pidió que se quedara en su cargo?

Hasta el momento no hay respuesta oficial a esta interrogante. Algunos medios locales han lanzado al ruedo varias hipótesis, entre las cuales se encuentra el hecho de que hubo filtraciones a la prensa opositora de información clasificada, que al parecer, salió de los despachos de las fiscalías de Distrito. Esto no ha sido confirmado.

Otros medios han señalado que la salida de Bharara se debe a su compromiso con el senador demócrata Chuck Schumer para quien el funcionario trabajó por muchos años. Schumer, de hecho, fue quien empujó su nombramiento como fiscal en 2009, al inicio del mandato de Barack Obama.

Schumer y Trump al parecer tuvieron una relación de amistad durante largo tiempo. El presidente -incluso- hizo donaciones importantes para la campaña del senador en varias oportunidades, pero cuando el magnate neoyorquino ganó la presidencia y lo mencionó entre sus amistades, Schumer lo negó rotundamente.

Luego surgieron comentarios que aseguraban que Schumer habría llamado por teléfono a Trump para pedirle que ratificara a Bharara, lo cual ocurrió. Pero cuando el multimillonario tomó el poder los dos hombres iniciaron una férrea pelea pública que ha incluido hasta la divulgación de fotos donde el senador demócrata aparece comiendo donas con el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente pide que le abran una investigación, llamándolo hipócrita, ya que a su vez Schumer estaría dispuesto a investigar la relación de los funcionarios del gabinete de Trump con el gobierno ruso.

Como quiera que sea, el apoyo de Schumer a Bharara siempre ha sido irrestricto. Tras la destitución del fiscal el senador dijo lo siguiente: “Preet Bharara ha sido un ejemplar abogado de Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York, su incansable campaña para erradicar la corrupción pública, encerrar a los terroristas, enfrentarse a Wall Street y defender lo que es correcto debe servir como modelo para todos los fiscales del país”.

El acusador de los narcosobrinos

La fama de Bharara no se queda en Nueva York. Un evento ocurrido en noviembre de 2015 sirvió para que el nombre del ahora ex fiscal se diera a conocer en Venezuela y despertara expresiones de admiración, respeto y agradecimiento por una parte de la población del país sudamericano, y a la vez, antipatía y odio por parte de la élite política gobernante.

Preet Bharara fue el hombre que imputó a los sobrinos del presidente venezolano Nicolás Maduro por cargos de narcotráfico y encabezó una titánica persecución que condujo a que fueran declarados culpables en un juicio celebrado en Nueva York en noviembre de 2016.

Franqui Francisco Flores de Freitas y Efraín Antonio Campos Flores fueron juzgados por haber conspirado para exportar a EEUU, vía Honduras, 800 kilos de cocaína de alta pureza. Bharara deja en el despacho de la fiscalía dos investigaciones abiertas sobre personajes ligados al caso que la prensa mundial calificó como “los narcosobrinos”.

Su destitución como fiscal creó alarma en la redes sociales, donde diversos grupos opositores al régimen venezolano expresaron su temor a que los casos que se siguen en la fiscalía y que envuelven a funcionarios y al entorno del gobierno venezolano queden sin concluir. Una sobredosis de falsas noticias también apuntaba a que la salida de Bharara tenía relación con el juicio a los Flores, lo cual obviamente es pura especulación.

¿A la gobernación?

Desde su llegada a la oficina Bharara fue foco de atención. Su destacada labor en la persecución de casos de alto perfil, que implicaron a banqueros de Wall Street y a políticos de la talla del alcalde de Nueva York, Bill De Blasio, el gobernador de NY, Andrew M. Cuomo (ambos demócratas), entre otros, le permitió encumbrarse como uno de los funcionarios del Departamento de Justicia con mejor reputación. Bharara hizo hincapié a lo largo de su gestión en perseguir a los corruptos. También persiguió a las mafias de cuello blanco y a los cárteles que inundan a EEUU, y en especial a la ciudad de Nueva York, de drogas que matan a la población.

Durante su gestión al frente de la fiscalía, Bharara creó un perfil político que lo proyectó a otras esferas. Ya en noviembre se hablaba de sus inmensas posibilidades para ocupar cargos públicos de mayor envergadura. No obstante, el encuentro de Bharara con Trump -donde le pidió que se quedara en su cargo- enfrió un poco el movimiento que buscaba poner su nombre en la lista como candidato para las elecciones de gobernador del estado de Nueva York, que tendrán lugar el próximo año.

Bharara se hizo famoso con la frase “la codicia no es buena” de Gordon Gekko –personaje de ficción de la película Wall Street- que pronunció cuando su despacho procesó 46 acusaciones por delitos de información privilegiada y obtuvo 30 declaraciones de culpabilidad. Ahora un azar -¿o un capricho?- de la política le obliga a replantear su misión quizás desde otro escenario.

Ahora que se confirma que no continuará como fiscal de Distrito, los círculos cercanos a Bharara creen que definitivamente es la figura ejemplar para sustituir a Andrew Cuomo, un político demócrata envuelto en un escándalo de corrupción del que el mismo Bharara se ocupó.

Grupos de su entorno lo proyectan como hombre de integridad, independiente, descarado y de armas a tomar, lo que lo convierte en la mejor ficha del partido para la candidatura estatal en 2018.

Destacan que ha dado demostraciones amplias de querer limpiar al estado de la corrupción, ya que no solamente abrió investigación contra el gobernador Cuomo, sino contra su círculo íntimo, entre quienes se destacan el ex presidente del Instituto Politécnico SUNY, Alain Kaloyeros,Todd Howe y Joe Percoco, asesor político del gobernador y hermano sustituto, así como contratistas en Buffalo y Syracuse.

Bharara tiene un récord que ha ganado elogios de los demócratas y los republicanos, incluyendo al mismo presidente Trump. Las movidas que haga en ese sentido aun están por verse.

¿Quién es Preet Bharara?

Gran parte del trabajo de Bharara ha sido cubierto ampliamente por los medios de comunicación, pero se ha prestado poca atención a su vida personal. A pesar de que se le conoce como Preet, su nombre es Preetinder.

Nació en la localidad de Ferozepur del Estado de Punjab, India. Sus padres, Jagdish Bharara y Desh Sudha Sondhi Bharara, él un sij y ella una hindú, emigraron a Estados Unidos cuando nuestro personaje contaba tan solo con 2 años de edad, en 1970. Jagdish era un ratón de biblioteca y el primero en su familia en asistir a la universidad. Su primera incursión fuera de India fue en Inglaterra donde realizó su residencia médica. Una vez en Estados Unidos se convirtió en un pediatra de éxito, mientras que su esposa se dedicó al cuidado de los pequeños Preet y Vineet.

La crianza de Preet Bharara transcurrió en el condado de Monmouth, Nueva Jersey. A los 12 años Preet Bharara se naturalizó estadounidense. Más tarde, decidió convertirse en abogado luego de leer Matar a un ruiseñor, la galardonada novela de Harper Lee.

Se graduó en la Universidad de Harvard en 1990 y en la Escuela de Derecho de Columbia en 1993. Hoy día cuenta 47 años, está casado con Dalya Bharara, una mujer hija de padre musulmán y madre judía, tiene tres hijos y vive en un suburbio de la ciudad de Nueva York.

Trabajó para el senador Charles E. Schumer y jugó un papel importante en la investigación sobre las irregularidades en el Departamento de Justicia durante la administración de George W. Bush. Igualmente se desempeñó como asesor en la averiguación que condujo al despido de los fiscales federales de todo el país. Se ganó una reputación sólida por su elogiado enfoque imparcial y profesional en sus investigaciones y por no involucrar la política en los asuntos relacionados con el manejo de la justicia.

Entre los años 1993 y 2000, Bharara se dedicó al ejercicio privado del derecho y, eventualmente, fue contratado como fiscal asistente del Distrito Sur de Nueva York, por la titular de ese entonces, Mary Jo White. A partir de ahí Bharara empezó a crearse una reputación al aceptar casos de alto perfil.

Un reportaje publicado en The New York Times destaca que cuando Bharara se convirtió en el fiscal de Manhattan, en 2009, su profesora preferida de la escuela secundaria, Barbara Tomlinson, recibió una llamada telefónica de su madre para preguntarle si era la misma Tomlinson que había enseñado en Ranney. Al confirmar, Preet la invitó a su toma de posesión.

Preet Bharara suele referirse al caso de esta profesora que en una ocasión protestó en exigencia de un mejor salario junto a otros maestros. Para ese entonces ya Preet había sido admitido en la Universidad de Harvard. Enojado por la injusta situación de su maestra, organizó a un grupo de estudiantes para manifestar en contra la situación vivida por Tomlinson. No funcionó, pero la lucha contra las injusticias se quedó en él para siempre, dice el diario.

Cuando estudió en Columbia, Preet Bharara se alistó como voluntario en la campaña de verano de Mark Green, quien entonces era candidato a defensor de la ciudad de Nueva York.

Bharara combatió ardorosamente a las pandillas Gambino y Colombo. Igualmente encabezó una investigación del Senado que desembocó en la renuncia del fiscal general Alberto Gonzales en 2007. Así fue acumulando éxitos hasta que en 2009 el presidente Barack Obama lo nominó al cargo que ocupó hasta el sábado 11 de marzo de 2017, como fiscal del Distrito Sur de Nueva York.

En este despacho enfocó su labor en la creación de unidades especiales que se dedican al combate de fraudes legales en hipotecas, bancos y seguros. El terrorismo y el narcotráfico también estuvieron entre sus fuertes de acción y contó con un equipo de trabajo de más de 200 abogados que manejaron algunos de los casos más prominentes del país, como el procesamiento de Bernard L. Madoff por su multimillonaria estafa piramidal.

Sus investigaciones sobre corrupción y terrorismo fueron calificadas como justas, exhaustivas y profesionales. Se le conoce por no haber descansado en la búsqueda de los criminales, para lo que contó con todos los recursos a su disposición.

Bharara procesó a dos prominentes figuras del sur de Asia: Raj Rajaratnam, jefe del Galleon Group, quien cumple una condena de 11 años por recibir información privilegiada de Rajat K. Gupta, ex director de Goldman Sachs, quien recibió una sentencia de dos años.

The New York Times dijo que cuando Bharara hablaba de su trabajo y de las fuerzas que lo impulsaban a realizarlo, hizo mención a la misión de ese despacho desde 1789 cuando fue creado y que no es otra que la de hacer cada día del país algo mejor y más seguro. Pero además refirió en aquella oportunidad que la propia naturaleza del trabajo como fiscal le imprimía emoción en cada jornada y de por sí, eso era motivante. “Quiero servir y ayudar a la gente” confesó al periódico neoyorquino.

Cuando estuvo al frente de la Fiscalía dijo que era prioritario emprender una batalla contra el terrorismo, aunque los casos relacionados con la corrupción en Wall Street hayan tenido una mayor resonancia mediática.

Bharara se hizo famoso con la frase “la codicia no es buena” de Gordon Gekko –personaje de ficción de la película Wall Street- que pronunció cuando su despacho procesó 46 acusaciones por delitos de información privilegiada y obtuvo 30 declaraciones de culpabilidad. Ahora un azar -¿o un capricho?- de la política le obliga a replantear su misión quizás desde otro escenario.